Este trabajo, que surge de la colaboración de la compañía Laleget Danza (dirigida por el propio Vázquez) y el Ballet de Cámara del Estado de Morelos (encabezado por Martha Pimentel), se presenta en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario los sábados a las 12:00 horas del 19 de marzo al 7 de mayo.
El montaje en 1911 de Petrushka significó un parteaguas no sólo para la danza sino para varias disciplinas artísticas durante el siglo XX: dio origen a un tratado del coreógrafo Michel Fokine, fue uno de los primeros ballets de Igor Stravinsky, y la escenografía y utilería fueron diseñados por Alexandre Benois.
"Es la historia de tres títeres –el Moro, la bailarina y Petrushka– que trabajan en un teatro dirigido por un mago. Al sonar de su flauta, cobran vida. A Petrushka y Moro les gusta la bailarina, lo que genera un triángulo amoroso", explicó Vázquez.
Todo ocurre en medio del carnaval de una ciudad cualquiera, en un ambiente donde hay extranjeros, unos conductores de bicitaxis y unas mujeres cúbicas, personajes que el coreógrafo creó para poner en lugar de la danza de las enfermeras de la pieza original y que surgen en referencia a la corriente de pintura surgida en la época que buscaba registrar todos los puntos de vista de una misma cosa.
Al lado de esos personajes, los tres muñecos y el mago forman parte de la historia. Como hilo conductor, está la reina del carnaval, que es cómplice de lo que sucede en la historia y las maquinaciones del Mago o Charlatán, quien abusa de sus bailarines y títeres.
Los retos de la adaptación
En entrevista, Vázquez explicó que fue fácil adaptar la pieza en una pieza para un público infantil, pues la partitura de Stravinsky ofrece un gran colorido, así como grandes posibilidades de crear un espectáculo divertido, llamativo y con gran fuerza.
"Lo más difícil, más allá de hablar de un espectáculo para niños, es la gestión para un espectáculo escénico. Es un reto administrativo, de producción. Lo es para cualquier espectáculo del mundo. Si estamos en esto es porque lo amamos", dijo.
Por otra parte, Petrushka (originalmente de ballet y ahora de danza contemporánea) exige a los bailarines gran virtuosismo y musicalidad. "La estructura de la música de Stravinsky es irregular, la forma en que trabaja con las melodías no es la que el oído está acostumbrado a escuchar. El bailarín debe conocer de los instrumentos musicales y entrar en el ímpetu de su música, a veces tan fuerte".
La escenografía ha sido fundamental en el concepto de este montaje. Por ello, se acercaron al arquitecto y escenógrafo mexicano Oliver Layseca, quien diseñó un cubo de 5 por 5 metros que se convierte en un laberinto en tercera dimensión, que se mueve en todos los sentidos, gira, se abre y cierra.
"Está inspirado en un parque de juegos para niños, con resbaladilla, un tubo para aventarse. La estructura es fundamental para la coreografía. Queríamos trabajar con una estructura versátil, que tuviera movimiento en escena. Que la escenografía fuera un bailarín más".
Los títeres cobrarán vida en Petrushka los sábados al mediodía del 12 de marzo al 7 de mayo en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario. $50 y descuentos habituales.
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